Escuchamos esto todo el tiempo. Un paciente viene a nuestra consulta quiropráctica con una condición espinal que le causa dolor o pérdida de movilidad. Cuando le preguntamos que lo provocó, no saben qué decir.
O la causa suena absurda. “Solo me agaché a recoger el periódico”. O, “estaba intentando alcanzar algo en la alacena”. O incluso, “no he hecho nada!”
La explicación es simple pero usualmente desconcertante.
Nuestros maravillosos cuerpos siempre se están adaptando al entorno, regulando la temperatura, la acidez del estómago, la presión sanguínea y millones de otros detalles. Cuando encontramos un stress físico, químico o emocional, nuestros cuerpos intentan adaptarse a eso también.
Hasta que ya no pueden. Y aparecen los síntomas.
El evento original pudo haber ocurrido años atrás cuando el cuerpo aún tenía la capacidad de adaptarse. Muchas veces un accidente de auto, incluso uno pequeño de hace una década puede ser la causa de los problemas actuales. Por entonces, una visita a la sala de emergencias reveló que no había huesos rotos y nos enviaron a casa con un relajante muscular y diciéndonos que no nos preocupemos.
Pero esa desalineación vertebral que no se tuvo en cuenta, fue empeorando año tras año.
El resultante depósito de calcio, los tejidos dañados, el daño muscular y la inestabilidad de los ligamentos pueden hacer que estos problemas espinales sean especialmente difíciles – sino imposibles – de corregir. En esos casos, algún tipo de cuidado de soporte puede ayudar a mantener los síntomas a raya.
Si algún ser querido ha estado en un accidente de autos, aliéntalos a hacerse un chequeo quiropráctico. De esa manera podemos detectar esos pequeños problemas mientras aún son fáciles y más rápidos de corregir. T. 934 960 893